Si echamos la vista atrás, muy, muy atrás y nos remontamos a 1984 veremos a un novato grupo de Jersey que apuntaba maneras. Eran hijos de su época, con sus peinados atrevidos y sus atuendos imposibles. Se hacían llamar con el apellido del cantante y practicaban un hard rock melódico muy típico de los tiempos que corrían.
Un primer single, Runaway, estaba llamado a ser el revulsivo que los haría más grandes que muchos otros que empezaban su andadura por aquel tiempo. Pero lo más grande estaba por llegar... Wanted Dead Or Alive, You Give Love A Bad Name y sobre todo Livin´On A Prayer hicieron que estos chicos de New Jersey se convirtieran en una banda amada tanto por los amantes del heavy, como por un sector más popero. Vamos, que tenían en el bolsillo a casi todo el mundo que oía algo de música.
Su siguiente trabajo, titulado con el nombre del estado al que pertenecían, y que hoy día ha sido re-editado con un montón de añadidos, se convirtió en otro éxito y añadió varias joyas a su catálogo de éxitos, destacando Bad Medicine y Born To Be My Baby sobre todo.
Y justo aquí, tras la gira del álbum encontramos un paralelismo con la situación actual. El grupo se separó y ya nunca volvieron a ser los mismos. Por que sí, volvieron y lo hicieron con un trabajo magnífico, Keep the Faith, pero el estilo (o la química si queréis) había cambiado, amén de las pintas que lucían.
Del Hard melódico habían pasado a un rock más moderno (ya en plenos años 90) que en ocasiones recordaba a gente como U2 por poner un ejemplo. Y si no, decidme que ese I Believe inicial, no recuerda a la banda Irlandesa.
La cuestión es que el estilo que los había hecho famosos ya no estaba presente en su trabajos. These Days fue otro discazo enorme, con alma y personalidad, pero que ya bebía más del grunge que del rock de los 80. Y en esto se convirtió la tónica de Bon Jovi. En ir renunciando al estilo primigenio e ir contangiándose de las modas. Eso no les ha impedido sacar grandes temas y discos, pero desde el citado These Days, el aficionado de a pie de Bon Jovi ha anhelado con ahínco sus glorias pasadas. Y es que según ha ido pasando el tiempo, la calidad (y la distorsión) ha ido bajando. De castañazos de hard rock inmortal como
I´d Die For You o In And Out Of Love, por citar algunas, a anodinas canciones tales como Because We Can. Ni más ni menos.
Y eso nos deja, probablemente, en el punto en el que estamos ahora con Jon Bon Jovi escribiendo música mesiánica y que podría encajar perfectamente en la campaña presidencial del candidato (demócrata, por supuesto) de turno y con Richie yéndose a lo más clásico del rock melancólico. Música con alma que aunque tampoco se parece en nada a Slippery When Wet, se nota que sale de dentro de un corazón que ya ha pasado por más de una desgracia.
Y es ahí donde radica la magia de Bon Jovi. Pero como en todo, surgen los problemas. Analicemos: Jon Bon Jovi por su cuenta es un tipo centrado. Casado desde hace años (los siento chicas), con hijos y que es filántropo, empresario y, en lineas generales, un hombre respetado entre la sociedad actual. Se ha asentado. Y eso se nota en su música. Le canta a alegría y a la lealtad y al amor. Eso está muy bien, nos encanta, pero esa alegría le ha hecho perder de vista el rock, derivándose más por una línea popera que, como decimos, se aleja mucho de la crudeza de trabajos antiguos.
En el otro lado del ring está Sambora, que si Jon es el día, él es la noche. Ha acumulado un fracaso amoroso detrás de otro. De hecho se nota mucho la influencia (a veces negativa) que las mujeres tienen en él en su música. Y esas experiencias desgarradoras que torturan su alma y su corazón se trasladan a sus composiciones, dotando su música de madurez y credibilidad. Y tal y como Sambora escribe, su mensaje solo se entiende en un estilo que bebe del blues y del rock.
El problema está en que sin Sambora en el grupo, Bon Jovi no suena a rock and roll, pues es Richie quien da ese empaque de rock y blues del que Jon (consciente o no) se ha ido alejando. Pero igual que el grupo necesita al King of Swing, también necesita a Jon pues además de ser el portavoz y lider, también hace que los engranajes de su nave, estén siempre a punto. Toda la magia radica en que ambos estén al máximo. Jon y Richie escribiendo juntos. Siendo ambos ellos mismos y nutriéndose el uno del otro.
¿Quién sabe? Igual esta "separación" es positiva. Y si no, echemos la vista atrás de nuevo. Después de dos discazos como Slippery y New Jersey, nadie pensaba que se fueran a separar, pero tampoco que algo así pudiera superarse. Y si bien Keep The Faith no es mejor, tampoco es peor. Es más, roza el mismo nivel creativo a pesar del cambio de estilo.
Bon Jovi necesita ser un grupo de rock, por que al fin y al cabo es lo que es. Los experimentos pop, country, grunge, loquesea, están muy bien, pero igual que Richie debe estar en el grupo para ser Bon Jovi, también hace falta esa pátina rockera que lo ha cubierto todo (casi) siempre.
Y esa, señores y señoras, es la magia que desprenden Bon Jovi, la conjunción de dos astros (y egos) tales como los de Richie y Jon, Jon y Richie. Porque cuando ambos están al máximo y saben compenetrarse salen joyas de la corona tales como Always o Keep the Faith.
Jon y Richie, esa es la solución de esta ecuación que tantos quebraderos de cabeza nos está trayendo estos días. De lo que estamos seguros es de que si el grupo que conocemos vuelve a existir, volverá con un absoluto disco de Rock And Roll que pondrá en entredicho todo lo que han hecho. Incluyendo sus grandes glorias pasadas.
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